Comienzas como un deshielo,
te desbordas por el desfiladero,
recorres el sendero de sus montañas sonrosadas,
dejando tenue reguero en tu caminar,
pasas por la llanura de sus muecas,
hasta un rojo lugar,
sientes celos de la sonrisa
que enmascara tu dolor,
sigues tu sendero hasta el precipio
desde donde caes sin temor,
eres dolor errante del alma
que sufre con tu brotar,
ahogas su pecho en tu andar,
dueles cual herida profunda,
pero sanas al pasar.
Y eso eres tú... pequeña lágrima.
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